¿Tempestad en la empresa? Tres anclajes para pilotar en turbulencias

Prácticamente en el 100% de los proyectos que tanto mis socios como yo abordamos con clientes hay que sentar como base de trabajo lo que ya no es una hipótesis de consultor sino un hecho cierto y avalado: los modelos de negocio (la forma en que una empresa hace dinero de forma rentable, sostenible y honesta) cada vez son de menor duración.

La consecuencia es obvia: las empresas tienen que reinventarse con más frecuencia y esto conlleva tener que familiarizarnos con “movimientos” corporativos que antes solo experimentábamos muy ocasionalmente en nuestra carrera profesional.

Me refiero tanto a cambios orgánicos (re-estructuraciones, reorganizaciones, externalizaciones, regulaciones de empleo) como a cambios estructurales (adquisiciones, fusiones, o escisiones de empresas), o a combinaciones de ambos.

Hemos aprendido que el sistema empresarial, como el biológico, es una sucesión de procesos de “nacimiento y muerte”, lo que técnicamente llamamos transformación. Sin embargo, nos cuesta todavía asimilar la cada vez mayor velocidad de cambio, posiblemente uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos actualmente.

El hecho es que no sobrevive el más fuerte, sino el más ágil a la hora de conectar con la nueva realidad.

¿Qué actitud debemos tomar ante una reestructuración (que implica una salida colectiva en muchos casos) o un movimiento corporativo significativo (cambio de accionista, escisión, venta o fusión) impulsado fuera de nuestro “ámbito de control”?

Lejos de “mirar para otra parte” creo que todos disponemos de tres palancas que elevan nuestro “poder” personal ante “la tempestad”, o sea, la capacidad de responder al cambio de una forma  proactiva:

1. Alimentar una red de “amigos-socios” sólida y diversa.

En el ámbito laboral, la fortaleza de nuestra red viene determinada por la cantidad de personas con las que hemos sido capaces, identificando áreas de común interés y desarrollando una relación basada en el respeto y la confianza mutuos, de establecer un marco de colaboración efectivo.

Señalo dos claves adicionales para apuntalar la solidez de nuestra red:

> Tener dos o tres “sponsors” (personas con mayor nivel de posición laboral, dispuestos a ayudarnos) tanto dentro como fuera de la empresa. De igual forma que individualmente siempre identificamos personas en las que creemos y a quienes estamos dispuestas a ayudar, también hay siempre quien cree en nosotros y nos quiere ayudar (“principio de reciprocidad”).

> Desarrollar la red (tanto la interna como la externa),  sobre todo cuando no la necesitamos. Lanzar invitaciones masivas en redes sociales cuando vemos nuestro puesto en riesgo o acordarnos de alguien con quien no hemos hablado durante años cuando nos “interesa” es humano, pero genera un lógico escepticismo en la otra parte y, en cualquier caso, una relación muy débil si no se sigue alimentando con generosidad.

El inconveniente de esta palanca es que, por las razones esgrimidas, es poco efectiva si no se activa antes de la “zona de turbulencias”.

2. Foco.

En el caso de que el cambio este siendo dirigido fuera de nuestro ámbito de control, considero inteligente centrarse más que nunca en lo que siempre es útil para la empresa, sea cual sea la naturaleza del cambio; o sea: vender más, gastar menos, ser más eficientes (más desempeño con menos recursos) y más efectivos en nuestras relaciones con clientes, jefes y colaboradores.

Si, además, no alimentamos un ambiente negativo de intrigas, pesimismo, derrotismo o victimismo, no solo lo agradecerán nuestros compañeros sino que, en mi opinión, aumentaremos nuestro poder personal. Lanzaremos un mensaje a nuestro inconsciente de que tenemos “poder” sobre la circunstancia. Hoy es ampliamente admitido que la imagen que alimentamos internamente es la que proyectamos externamente.  No perder el foco potencia una imagen ganadora.

La película Margin Call, excelente referencia de casos de gestión disfuncional de nuestra época, muestra dos perfiles diametralmente opuestos en la gestión personal  de una situación de “crisis”. La capacidad de autocontrol de Jared Cohen (interpretado por Simon Baker) contrasta con la actitud nerviosa y dubitativa mostrada por Sarah Roberston (interpretada por Demi Moore), que, finalmente,  acaba siendo “cabeza de turco”.

3. Proyecto Personal.

Desde mi punto de vista es el anclaje más efectivo de nuestro “cinturón de seguridad frente a  turbulencias”. Disponer de un proyecto personal, por encima del trabajo actual que estemos desempeñando, nos sitúa en un nivel superior de gestión de decisiones y, por ende, de ejercicio de nuestra libertad personal.

En concreto, nos ayudará a decidir qué papel queremos desempeñar como “agentes de cambio”. Nos facilita la respuesta  a las preguntas:

¿Qué oportunidades brinda la nueva situación que apoyen mi proyecto personal?

¿Cómo puedo actuar para contribuir al cambio de forma consistente con mis valores y mi misión?

Las respuestas a estas preguntas determinan si “queremos ser parte de la solución” y cómo.

Puede ser que, como resultado de este ejercicio, decidamos no continuar en la empresa más adelante porque nos consigamos “alinear” nuestro proyecto personal con el nuevo proyecto de la empresa, o por que no compartamos los nuevos valores. Si es así, lo habremos realizado como un ejercicio de libertad interior, como una etapa más, con principio y con final, de nuestro desarrollo personal.

En resumen, disponer de un proyecto de vida, por encima de las empresas en las que eventualmente trabajemos o los jefes que temporalmente nos asignen, una red de socios-amigos que nos conozcan y cuenten con nosotros y una actitud positiva y enfocada en el negocio  en los momentos “difíciles”  nos puede permitir gestionar los cada vez más frecuentes cambios corporativos de una forma proactiva e, incluso, convertirlos en auténticas oportunidades de crecimiento.

(© 2013 | Juan Miguel Poyatos Díaz. Todos los derechos reservados)

 

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    Un pensamiento en “¿Tempestad en la empresa? Tres anclajes para pilotar en turbulencias

    1. Estoy totalmente de acuerdo, aunque muy a mi pesar tengo que reconocer que la parte de “amigos-socios” diversa….es cuanto menos una utopia, o así me he sentido yo, dentro de un master lleno de ingenieros, donde al final la red se sigue tejiendo entre ingenieros. De los cuales se aprende una barbaridad pero….siempre sin pretender que te incluyan en sus planes profesionales.
      Así que mirando el mundo con optimismo, la idea del proyecto personal es fundamental para nuestro desarrollo y felicidad y sobretodo necesaria si quieres seguir a flote en este mundo tan demoledor y cambiante. Al final no sé si es ilusión del “emprendedor” tan de moda ahora o una cuestión de supervivencia y autoempleo.
      Es sólo mi simple opinión, que tantas veces no escuchan porque soy la del chandal.
      Un placer leerlo Juan Miguel

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